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Las terapeutas familiares sabemos que cada sistema familiar es un universo y la reflexión en el marco de la terapia es una manera de trabajar a través de conversaciones semanales las partes de ese universo que no nos funcionan. Sabemos que lo que le sucede a una persona está unido a los vínculos que ha construido. Este tipo de terapia lleva más de sesenta años acompañando a comunidades familiares a mejorar la cualidad de sus relaciones y su vida.

¿Quién soy?

Soy una mujer mexicana migrante comprometida con 1) el horizonte ético y político que pro-pone que necesitamos construir un mundo donde quepan muchos mundos, 2) la perspectiva feminista y 3) el enfoque de derechos humanos.

Desde la pubertad la terapia ha sido para mi un espacio de acogimiento y confianza muy es-pecial. A partir de mi primer encuentro con una terapeuta tuve claro que yo también quería acompañar a otras personas que estuvieran pasando por capítulos difíciles de su historia. He seguido mi relación con la terapia personal toda mi vida; en sesiones individuales, de pareja, de grupo y familiares. Tengo supervisión de los casos y una plataforma de trabajo en equipo.

¿Qué ofrezco?

Un espacio cálido de complicidad donde podamos tejer poco a poco nuevos recursos de transformación y/o resolución de problemas.

 

Mi Libro

Familias homoparentales

Presentación por Jorge Pérez Alarcón (resumen)

El primer capítulo del texto ofrece una mirada de los procesos de salud enfermedad desde la óptica de la salud colectiva. La afirmación inicial es contundente: los procesos de salud enfermedad del colectivo homosexual están directamente vinculados a la realidad de la discriminación, y no a las características de los sujetos como tales.

El segundo capítulo del texto nos lleva al campo de los arreglos familiares. El debate entre la historia natural de la familia planteada por Malinousky y el enfoque estructuralista planteado por Levy Strauss se reedita solo para dar lugar a la certeza de que no hay realidad humana que no esté atravesada por procesos de construcción social.

El final del capítulo hace una revisión de la homosexualidad en la historia de la psiquiatría y la psicología. Al igual que en la historia de la sexualidad, brillantemente reconstruida por Foucault, uno no puede dejar de sentir cierta vergüenza por lo ridículo que resulta el sometimiento de la experiencia humana a los dogmas teóricos de la historia. Pecados y castigos, narcisismos y problemas edípicos no resueltos, genética y hormonas alteradas, forman parte del mapa que alimenta las visiones homofóbicas del campo Psi.

El tercer capítulo abre la puerta a las preocupaciones sobre las familias homoparentales. Se presentan algunos de los primeros estudios, donde las variables determinantes parten de la premisa que coloca a la homosexualidad como trastorno. El texto nos lleva a investigaciones más recientes que desarticulan los planteamientos patologizantes de los estudios iniciales sobre la influencia nociva de las familias homoparentales en el desarrollo de los hijos.

El capítulo cuarto nos lleva a los resultados del estudio. Los autores insisten en la importancia de no silenciar la voz de los sujetos participantes en el estudio. Los datos son reveladores. Predominan los diagnósticos que atribuyen un déficit per se para los hijos de familias homoparentales, los procesos de culpabilización al interior de la familias y escuelas, las restricciones a los procesos de adopción por prejuicios sobre tiempo, etc. De estas realidades surgen múltiples terapias reparativas, dañinas  al constituir al sujeto en el marco de lo patológico, del déficit. Es importante la relación que analizan los autores entre los trabajos reparativas y las construcciones homofóbicas.

Me quedo al final con la certeza de la importancia que tiene un abordaje de la salud desde lo colectivo, con el valor y claridad  de los autores para desafiar sistemas de creencias, nunca inocentes, y con la certeza de que los mundos de la salud mental en la medida que se simplifican en un juego de técnicas y discursos simuladores, se convierten en generadores de lo que los autores llaman homofóbias internalizadas, de explicaciones devaluatorias y descalificadoras  de muchas realidades que en la historia se han patologizado.

Al final, me llevo la magnífica frase de Armando, un participante del estudio citado en el texto, que dice “ la normalidad es la mentira contemporánea más eficiente” (p.105).
Todo mi reconocimiento Andrea y Edgar.

Jorge Pérez Alarcón
Marzo de 2018

 

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