De superhéroes antijusticia e inhalantes violadores

El día 14 de febrero me convocaron a firmar dos causas en change.org con sorprendentes denominadores comunes: anuncios publicitados en diversos medios de comunicación que de distintas maneras representan una apología de la violencia de género y sexual.

El primero es un cartel publicitando una serie de Televisa-Tv Azteca que apareció en las estaciones del metro de la Ciudad de México. Se trata de la plataforma de video streaming de estas empresas, que lanzará su primera serie de “súper héroes” el próximo 24 de abril de 2017, pues estos dos emporios han resentido el ascenso de los modelos de negocios digitales y tuvieron tan mal 2015 y 2016 que le apuestan a Blim para mejorar sus penosos ratings.

La imagen del espectacular muestra a un hombre que al girar la mano y por “telequinesis” le levanta el vestido a la mujer que va caminando a su lado. El texto del cartel dice “Un héroe usa la telequinesis por la justicia, él lo hace por lujuria”. Más abajo aparece la serie publicitada “original de Blim” y a su lado la frase “súper poderoso, súper morboso, súper x”. El anuncio maquillado de “humor” –pues la serie pretende ser comedia- nos lo encontramos en el metro de la CDMX y “juega” con la idea de que puede ser divertido seguir usando “el poder” para, en vez de buscar justicia (¿aburrida quimera?), asumir de tajo la impunidad de la lujuria. Y es que no es sólo el cartel publicitario y su inadecuada ubicación en el metro de la Ciudad lo que debe preocupar, sino también el contenido de la serie que se viene…

Aún más grave es el segundo anuncio denunciado en change.org en una misma semana, tal vez por haberse diseñado directamente desde la Secretaria de Salud que, siendo una institución del Estado, le corresponde según la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia “favorecer la erradicación de todos los tipos de violencia, para así fortalecer el respeto a los derechos humanos y la dignidad de las mujeres” (Artículo 38, Fracción VIII).

Se trata del nuevo audio de la Comisión Nacional contra las Adicciones (CONADIC), instancia dependiente del Gobierno Federal, con un comercial de radio relacionado con los inhalantes. El audio abre con una voz de mujer que exclama desesperada: “¿por qué no traigo puestas mi medias?”. Y luego entre sollozos dice “¡abusaron de mi, abusaron de mi!”, para inmediatamente después dar voz a un hombre que, con tono autorizado dice: “el uso de inhalantes nunca tiene un buen final. No empieces ese camino, llama al 01800 (…) Secretaria de Salud, Gobierno de la República”.

La causa cerró con 2,140 simpatizantes que explican en su carta que “las violaciones no las cometen los inhalantes, tampoco el alcohol, ni las faldas cortas; las violaciones las cometen quienes violan”. Sin embargo, en un país como México donde se estima que hay una violación contra mujeres cada 4.6 minutos, ningún número parece suficiente. Como en tantas otras campañas, lo implícito dice todo, en torno a la problematización que sus autores hacen sobre la violencia de género. En este caso, el planteamiento de problema consiste en proponer que el abuso sexual que sufrió la mujer fue resultado de una mala decisión que tomó en su vida.

Se invisibiliza así la responsabilidad de la persona que abusó de ella y por supuesto se oculta la lectura compleja que obliga entender a “la violencia de género como una realidad multifactorial, de carácter estructural y sistémico es decir, de etiología compleja” (Rajs, 2014: 20). Esto es afín con lo encontrado en estudios académicos sobre violencia contra las mujeres y medios de comunicación. Después de haberse analizado una amplia selección de mensajes difundidos en medios con cobertura nacional durante 2011, se encontró que los medios presentan sistemáticamente los diferentes tipos de abuso y violencia sexual como un conflicto individual resultado de una mala decisión o “estilos de vida de riesgo”, en vez de revelar la dimensión, cercano a la pandemia, que representa en el país y en el mundo.

Desafortunadamente “culpabilizar a la víctima” es el modus operandi de los mensajes de promoción de la salud como estrategia “de prevención” de todos los problemas de enfermedad. Se sabe que la idea de culpa implica, ante todo, el juicio y la desaprobación de alguien en función de alguna falla, transgresión, (falta, pecado, delito, ofensa) con relación a la moral o a las leyes vigentes en un determinado contexto (Castiel y Dardet, 2010) Así, su extraordinario poder en tanto estrategia, es innegable, porque funciona para adjudicarle al individuo víctima la responsabilidad sobre su sufrimiento y automáticamente ocultar la obligación colectiva y que el Estado tiene frente -en este caso- las mujeres víctimas de violencia sexual.

Por otro lado, tan insultante es la noción implícita de la mujer -inherentemente culpable- como el concepto estereotipado que reproducen estos dos anuncios sobre el hombre. En el primer caso como un absurdo “súper héroe” que no tiene nada de heroico porque sus poderes son tan reducidos que ha dejado de buscar “justicia” (en nuestro “país de fosas, de calcinados, de fragmentos de hueso, de 23 mil 270 desaparecidos”) para contentarse con darle vuelo a lo más primitivo de su dimensión humana. Este “hombre cavernícola” encuentra su correlato en el segundo anuncio donde se reproduce la idea de que son, como dice Chimamanda Ngozi Adichie, (2014) “seres salvajes sin ningún control”.

Me niego a aceptar cualquiera de las dos premisas y por lo que parece no sólo yo. El 18 de febrero me enteré que la CONADIC ha tenido que sacar del aire la campaña pidiendo disculpas públicas y explicando que su “intención no fue estigmatizar a la mujer”, “ni promover la violencia contra ella”. Algo similar sucedió en 2014, esta vez con el gobierno de la Ciudad de México y su Secretaría de Salud cuando tuvieron que sacar del aire la campaña “pro lactancia materna” llamada “no le des la espalda, dales pecho”, que costó alrededor de cuatrocientos millones de pesos.

Ojalá antes de generar e invertir en mensajes y publicidad con implícitos misóginos, que eventualmente tendrán que retirar por las profundas críticas, se hicieran llegar de especialistas en medios con visión de género y pensamiento crítico. ¿Será mucho pedir?

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