De cómo la tribu se vuelve sistema inmunológico

Ante la creciente preocupación de la perspectiva adulto céntrica de las medidas de prevención contra el corona virus y los múltiples llamados de las madres, padres,  psicólogas,  académicas,  científicas, pediatras y paido psiquiatras, finalmente el 18 de abril el  Alto Comisionado para la Lucha contra la Pobreza Infantil organizó un evento para responder a las preguntas de varios niños sobre la COVID donde participaron el Ministro de Ciencia y el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias. 

Muy diferente a lo que pasó en Noruega donde el gobierno lo hizo por principio el 16 de marzo cuando la pesadilla apenas comenzaba. La misma ministra del gobierno noruego Erna Solberg dedicó horas para explicar con toda la calma  ¿qué pasará con la fiesta de cumpleaños que llevaban meses esperando? o si ¿afectará el virus a sus  mascotas? o  ¿si no ir estas semanas a clase significa que tendrán menos vacaciones de verano? ¿Hasta cuándo tendrán que estar en casa, y sin poder ver a los abuelos? en una rueda de prensa exclusiva para los niños, no accesible a periodistas. Ella les contestó: ”Pueden  estar un poco asustados, esto está dando miedo a muchos niños. Lo entiendo perfectamente. Están sucediendo muchas cosas grandes a la vez y está bien tener un poco de miedo a ser contagiado . Los niños solo se ponen un poco enfermos, pero quedarse en casa ayuda a otras personas a no contagiarse”.

Y es que parece que aunque el virus es el mismo, la diferencia respecto a cómo se sufre al interior de los países, los estados, los barrios y las casas está determinado por las condiciones materiales en el que se padece el confinamiento -si es que puede practicarse-  y por cómo somos tomados en cuenta, o no,  los humanos en la gestión de la crisis y en la explicación de las medidas de prevención. Qué tanto acompañamiento estamos teniendo en nuestros miedos, fantasías catastrofistas, angustias nocturnas y ansiedades diurnas. 

Una organización social que le da importancia a lo que los otros están sintiendo, preguntando, dudando, fantaseando y le otorga la misma importancia a esto, que a  aislar los cuerpos para que no se infecten, es una entidad social que entiende que los ciudadanos somos un tejido complejo: cuerpos vulnerables a la enfermedad  al mismo tiempo que subjetividad que se pregunta ¿qué será de nosotros?  ¿hasta cuándo? ¿qué está pasando? ¿cómo lo están viviendo otros? ¿qué planes tienen para salir de aquí? ¿cómo ayudamos a quien está peor?

Un mismo virus se trasmitió primero en China y luego en el resto del mundo pero la respuesta social ha sido cualitativamente diferente en cada geografía. Mientras que en algunas zonas los ciudadanos se organizan para brindarles homenaje a los médicas y enfermeras o a los trabajadores de la industria de la comida, en otras se organizan para escupirles o enviarles mensajes de odio, incluso golpearles o amenazar con quemar sus hospitales si internan a alguien contagiado. Hay quienes ante la emergencia se ponen de acuerdo para fortalecer un blog donde los vecinos puedan compartir necesidades e iniciativas o una radio comunitaria para organizar voluntarios y llevar medicinas a las personas de la tercera edad, o hacerles la compra #cuidadosmadcentro.blogspot.com

Pero lo mismo están quienes ante la emergencia se ponen de acuerdo para vigilar y acusar con la policía a quien saca a su perro más tiempo del que ellos consideran necesario o a quien sale a la calle con su hijo a pesar de que “está prohibido”, sin investigar si el niño es autista o tiene alguna neurodivergencia. Hay quienes se organizan para pedirle a su personal en los hospitales que por favor no salgan a la calle con su bata de médico o enfermera sino como civiles, porque los sanitarios en algunos países están siendo duramente hostigados y golpeados en las calles.  Otros han encontrado que sus vecinos se han organizado para impedirles la entrada a su propia casa, por miedo al contagio.

Ojalá el tejido social en la mayor parte de las geografías, zonas, colonias, barrios y vecindades gane ante la descomposición, al miedo y  la falta de red, porque la sensación de contar con un sostén comunitario hace toda la diferencia frente a este virus y los que vengan después. La apuesta es compensar con trenzas y lienzos lo que biológicamente se nos presenta como desafío.

La última pregunta del evento #laInfanciaPregunta en España estuvo dirigida directamente al presidente del gobierno español Pedro Sánchez. La hizo una niña que había escrito muy preocupada: se me acaba de caer un diente, no sé si se lo puedo dejar al Ratoncito Pérez o esperar a que se acabe la cuarentena. Porque no sé si puede venir desde su casa a recogerlo ¿qué hago? 

Podemos transitar la crisis respondiendo a las niñas y niños  que “el Ratoncito Pérez ya cuenta con un salvoconducto y con todos las medidas de protección para no contagiarse ni transmitir el virus”  o peleando con nuestro vecino porque su hija salió dos minutos a respirar aire o su perro paseó tres metros más allá de lo que el confinamiento permite. 

Aspiremos a que el ratoncito pérez, la radio, el banco de alimentos y la distribución de comida para personas en situación de calle, gane frente al miedo de morir proyectado en “los otros”

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